La
historia comienza cuando tan solo eran unos niños y niñas, que aunque no eran
ricos, se alimentaban de la tierra y hacían sus ropas, tenían lo más grande en
la vida de una persona, el amor y la calidez de un hogar amoroso y lleno de
comprensión y sobre todo igualdad.
La padre y madre, sin muchos estudios tenían mucha educación, y los hijos e
hijas que aunque asistían a escuelas y liceos del pueblo, tenían mayores
conocimientos nunca olvidaron lo aprendido en casa, la humildad, la verdad y la
honestidad. Estar en casa reunidos, era el momento más feliz del día. Ya que no
existía diferencias ni preferencias, todos preparaban la comida, mientras unos
servían la mesa otros servían los platos. Durante la comida se escuchaba lo que
cada uno tenía que contar, el consejo de otro y hasta los planes a futuro de
cada uno de los miembros. Al terminar unos recogían y otros lavaban los platos.
El
trabajo en el campo era de todos al igual que el del hogar tanto hijos como hijas cultivaban
la tierra y recogían la cosecha, un día la madre y el padre realizaron una
propuesta a la familia, que formaran su propia empresa. Ellos tomaron con
naturalidad y entusiasmo la noticia ya que para ellos era normal participar
todos en las labores diarias.
Fue asi
como un grupo de personas formado por
ocho hermanos y hermanas, la madre y el padre
arrancaron con un sueño. Antonio el mayor junto con Cristina y Pablo,
recogían el café en la finca, la madre era experta trillando y separando la
concha de la semilla se quedaban en el tanque junto a Mauro y Carmen, quienes
se divertían mucho porque les encantaba jugar con agua mientras llenaban los
tanques. A José que le encantaba cocinar se quedaba en casa preparando los
suculentos platos, y moviendo el café en el patio para el proceso de secado. El
padre se encargaba junto a María e Isabel de tostar y moler el café. Y a Luisa
le encantaba manejar el camión y repartir el café a las bodegas y abastos del
pueblo.
Poco
tiempo paso cuando los pedidos comenzaron a aumentar y las personas del pueblo
agradadas con el producto, las necesidades del mercado aumentaron y así, la
necesidad de comprar maquinarias que aceleraran el proceso. Las ganancias
comenzaron a dar signo de que podían mejorar los procesos y distribución y así fueron creciendo, hasta el punto de
registrarse y popularizar su marca.
Al
cabo de un tiempo la familia comenzó a crecer y traer nuevos miembros, que
aunque en algunos momentos quisieron cambiar costumbres y estilos de vida
fueron ellos quienes curiosamente rompieron con prejuicios y comenzaron a
darles valor al verdadero sentido de la vida.
Prontamente
grandes curiosos comenzaron a preguntarse el secreto de su rápido y rentable
negocio. Generaba ruido en una sociedad patriarcal como una familia que tenía
en sus inicios tan poco recursos y trabajaban de forma artesanal pudieron en
poco tiempo industrializarse y crecer.
Un día
ante tanto afán por respuesta alguien contesto que el éxito no distinguía sexo
ni color, que la unión hace la fuerza sin importar quién era más débil y quien
era más fuerte, que tocar la puerta no significaba entrar, pero tampoco
importaba quien la tocara. Que todos tenemos los mismos deberes y los mismos
derechos. Que aunque suene ilógico superación, sueños, logros, éxito, prosperidad, alegría, amor,
entre otras grandes palabras no tienen género.
ELABORADO POR:
YESSICA RODRIGUEZ RIVAS
DIPLOMADO DE
EDUCACION SEXUAL Y REPRODUCTIVA
MODULO: III
PROF: RADA DORA
MODULO: III
PROF: RADA DORA
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