sábado, 2 de noviembre de 2013

CUENTO SIN SEXISMO

                                                      LA HISTORIA DE UNA FAMILIA

La historia comienza cuando tan solo eran unos niños y niñas, que aunque no eran ricos, se alimentaban de la tierra y hacían sus ropas, tenían lo más grande en la vida de una persona, el amor y la calidez de un hogar amoroso y lleno de comprensión y sobre todo igualdad. 



La padre y madre, sin muchos estudios tenían mucha educación, y los hijos e hijas que aunque asistían a escuelas y liceos del pueblo, tenían mayores conocimientos nunca olvidaron lo aprendido en casa, la humildad, la verdad y la honestidad. Estar en casa reunidos, era el momento más feliz del día. Ya que no existía diferencias ni preferencias, todos preparaban la comida, mientras unos servían la mesa otros servían los platos. Durante la comida se escuchaba lo que cada uno tenía que contar, el consejo de otro y hasta los planes a futuro de cada uno de los miembros. Al terminar unos recogían y otros lavaban los platos.


 

El trabajo en el campo era de todos al igual que el  del hogar tanto hijos como hijas cultivaban la tierra y recogían la cosecha, un día la madre y el padre realizaron una propuesta a la familia, que formaran su propia empresa. Ellos tomaron con naturalidad y entusiasmo la noticia ya que para ellos era normal participar todos en las labores diarias.
Fue asi  como un grupo de personas formado por ocho hermanos y hermanas, la madre y el padre  arrancaron con un sueño. Antonio el mayor junto con Cristina y Pablo, recogían el café en la finca, la madre era experta trillando y separando la concha de la semilla se quedaban en el tanque junto a Mauro y Carmen, quienes se divertían mucho porque les encantaba jugar con agua mientras llenaban los tanques. A José que le encantaba cocinar se quedaba en casa preparando los suculentos platos, y moviendo el café en el patio para el proceso de secado. El padre se encargaba junto a María e Isabel de tostar y moler el café. Y a Luisa le encantaba manejar el camión y repartir el café a las bodegas y abastos del pueblo.
Poco tiempo paso cuando los pedidos comenzaron a aumentar y las personas del pueblo agradadas con el producto, las necesidades del mercado aumentaron y así, la necesidad de comprar maquinarias que aceleraran el proceso. Las ganancias comenzaron a dar signo de que podían mejorar los procesos y distribución y así  fueron creciendo, hasta el punto de registrarse y popularizar su marca.
Al cabo de un tiempo la familia comenzó a crecer y traer nuevos miembros, que aunque en algunos momentos quisieron cambiar costumbres y estilos de vida fueron ellos quienes curiosamente rompieron con prejuicios y comenzaron a darles valor al verdadero sentido de la vida.
Prontamente grandes curiosos comenzaron a preguntarse el secreto de su rápido y rentable negocio. Generaba ruido en una sociedad patriarcal como una familia que tenía en sus inicios tan poco recursos y trabajaban de forma artesanal pudieron en poco tiempo industrializarse y crecer.
Un día ante tanto afán por respuesta alguien contesto que el éxito no distinguía sexo ni color, que la unión hace la fuerza sin importar quién era más débil y quien era más fuerte, que tocar la puerta no significaba entrar, pero tampoco importaba quien la tocara. Que todos tenemos los mismos deberes y los mismos derechos. Que aunque suene ilógico superación, sueños,  logros, éxito, prosperidad, alegría, amor, entre otras grandes palabras no tienen género.  

 



ELABORADO POR: YESSICA RODRIGUEZ RIVAS
DIPLOMADO DE EDUCACION SEXUAL Y REPRODUCTIVA 
MODULO: III
PROF: RADA DORA

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